¿Alguna vez te has preguntado cómo ha evolucionado Gijón a lo largo de los siglos? La historia de Gijón es cautivadora y se extiende hasta épocas muy antiguas. Desde sus orígenes prerromanos hasta convertirse en una urbe moderna, Gijón ha sido testigo de innumerables cambios.
En este recorrido, descubrirás cómo las tribus celtas, los romanos y los medievales han dejado su huella en la ciudad. Acompáñame a explorar los momentos clave que han dado forma a la Gijón que conocemos hoy.
Los orígenes de Gijón y su legado prerromano
La historia de Gijón se inicia mucho antes de la llegada de los romanos a la península ibérica. En la época prerromana, tribus celtas habitaban la región, dejando su huella en asentamientos fortificados como el Castro de Noega. El castro está ubicado en la Campa Torres, representa uno de los restos más significativos de la presencia celta en Gijón. Los cilúrnigos, una tribu celta, vivieron aquí, dedicándose a actividades como la ganadería, la metalurgia, la pesca y el comercio.
Es fascinante pensar en cómo estas primeras comunidades ya tenían una vida organizada y un entorno bien estructurado. Sus prácticas y costumbres sentaron las bases para lo que, siglos después, se convertiría en la ciudad de Gijón.
Gijón en la época romana: De Gigia a ciudad portuaria
Al llegar a la península, los romanos descubrieron en Gijón una ubicación estratégica. Fundaron la ciudad de Gigia en el siglo I d.C., convirtiéndola en un importante puerto comercial. En este período, Gijón experimentó un notable crecimiento con la edificación de importantes infraestructuras, como las termas romanas de Campo Valdés y la Villa Romana de Veranes.
Estas termas no solo eran lugares de baño, sino también de encuentro social y negocios. Imagínate a los romanos discutiendo asuntos importantes mientras disfrutaban de un baño caliente. Las ruinas de estas termas aún se pueden visitar hoy en día, ofreciendo un vistazo a la vida cotidiana de aquella época.
Transformaciones medievales: De villa romana a ciudad amurallada
Con la caída del Imperio Romano, Gijón sufrió invasiones de visigodos y posteriormente de musulmanes. En la Edad Media, Gijón sufrió una notable metamorfosis. La Reconquista fortaleció su posición como un lugar clave en la defensa territorial. En el siglo XIII, Alfonso X el Sabio otorgó a Gijón la calidad de Puebla, lo que impulsó su desarrollo económico y social.
En esta época, se levantaron fortificaciones que resguardaban a los ciudadanos de posibles agresiones. Gijón pasó de ser una villa romana a una ciudad medieval con un crecimiento económico impulsado por el comercio marítimo. La ciudad se desarrolló alrededor de su puerto, que seguía siendo un punto clave para el comercio y la comunicación.
Evolución moderna y contemporánea de Gijón
El siglo XIX trajo consigo la industrialización, transformando Gijón en un centro de minería del carbón y producción de acero. La llegada del ferrocarril en 1852 conectó la ciudad con otras regiones de España, impulsando aún más su desarrollo económico. La Guerra Civil dejó una profunda huella, pero Gijón supo recuperarse en la posguerra.
En el siglo XX, la ciudad se expandió urbanísticamente y desarrolló una rica oferta cultural. El turismo comenzó a jugar un papel importante, atrayendo a visitantes con su combinación de patrimonio histórico, playas y gastronomía.
Durante las décadas de 1980 y 1990, Gijón tuvo que enfrentarse a la crisis de la industria pesada, pero supo diversificar su economía hacia el sector terciario, fomentando el turismo, la cultura y los servicios.
Hoy en día, Gijón es una ciudad moderna y dinámica, conocida por su rica oferta cultural y su desarrollo sostenible. La ciudad ha llevado a cabo importantes proyectos de renovación urbana, creando parques y zonas verdes que mejoran la calidad de vida de sus habitantes. Gijón sigue siendo un destino turístico popular, donde cada rincón cuenta una parte de su larga y fascinante historia.
Gijón ha pasado por una evolución constante desde sus orígenes prerromanos, ajustándose a las transformaciones sociales, económicas y políticas hasta llegar a la actualidad. Su historia es un testimonio de la resiliencia y la capacidad de transformación de sus habitantes, convirtiéndola en una ciudad vibrante y acogedora para todos aquellos que la visitan.